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A una consulta de Psicoterapia acude una gran variedad de pacientes que nos exponen distintas aflicciones y preocupaciones. El profesional que les atienda debe buscar la manera de indagar en aquello que con tanta dificultad nos cuentan, para poder establecer un posible diagnóstico y tratamiento a seguir. Entre ellos nos encontraremos con los trastornos de personalidad, que presentan altos niveles de ansiedad y una gran necesidad de ser ayudados.

¿Qué son los trastornos de personalidad?

Éstos son múltiples, mas en todos podemos observar una gran falta de equilibrio entre los distintos aspectos de la personalidad del individuo y comportamientos que suelen persistir a lo largo de su vida, dificultando su relación con los demás y la realización de sus actividades, y que dado esto, conlleva a experimentar altos niveles de angustia y malestar.

Encontramos sus raíces en la infancia, perpetuándose hacia la adolescencia y llegando hasta la vida adulta, aunque para realizar un diagnóstico se espera que la persona tenga 16 o 17 años de edad.

¿Cuáles son los tipos de trastornos de la personalidad?

Existen diversos tipos, cada uno con aspectos que lo diferencian de los demás y cuya clasificación ayuda al profesional a enfocarse en los objetivos que perseguiría el tratamiento. Ello no quiere decir que no puedan haber elementos de otros tipos de trastornos en un individuo, sin embargo, los elementos más llamativos, importantes y que más afecten a su salud serán los que guiarán el diagnóstico.

Se puede exponer aquí muy brevemente su clasificación y sus aspectos más específicos:

  • Trastorno paranoide de la personalidad: sensibilidad excesiva ante los contratiempos, con alta tendencia a ser suspicaz e interpretar las acciones de otros como hostiles y agresivas hacia su persona, reflejando una actitud muy autorreferencial, que le suele llevar a experimentar celos patológicos.
  • Trastorno esquizoide de la personalidad: dificultad para experimentar y expresar emociones o sentimientos positivos y/o negativos hacia otros o sí mismo, que obstaculiza tener y/o disfrutar de las relaciones sexuales o de intimidad con otros, y más bien prefiriendo actividades solitarias y/o fantasiosas.
  • Trastorno disocial de la personalidad: despreocupación y falta de empatía hacia otros, que lleva al incumplimiento de normas sociales, con escasas relaciones duraderas e indisposición a responsabilizarse por sus actos, lo cual acompaña una baja tolerancia a la frustración dando paso a comportamiento impulsivo y violento.
  • Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad: tendencia a actuar de modo impulsivo, por falta de reflexión en las consecuencias de sus actos y ánimo muy susceptible, lo cual puede llevar a actos agresivos hacia otros o sí mismos, acompañado de confusión sobre su propia imagen (incluido a nivel sexual), mundo interno y su relación con otros.
  • Trastorno histriónico de la personalidad: tendencia a la teatralidad y seducción, con búsqueda incesante de la atención de otros, con afectividad susceptible y superficial.
  • Trastorno anancástico de la personalidad: perfeccionismo excesivo con gran preocupación por los detalles, normas y organización, que le dificulta a su vez la toma de decisiones y contacto emocional, resultando en un carácter rígido.
  • Trastorno ansioso de la personalidad (con conducta evitativa): alta tensión emocional, temor y sentimientos de inferioridad, acompañado de miedo a la crítica y rechazo de los demás, resultando en evitación de actividades que no le aseguren aceptación social e integridad personal.
  • Trastorno dependiente de la personalidad: sumisión excesiva ante otros a quienes busca para tomar las decisiones sobre sí mismo, con temor al abandono y asumir responsabilidades.
  • Otros sin especificación.

¿Qué hacer?

A partir de aquí, el profesional podrá establecer un tratamiento que considere mejor se adapte a las necesidades del paciente, plantearlo y de estar en acuerdo, llevarlo a cabo. Dicho tratamiento es un proceso que requiere tiempo de acuerdo al nivel de gravedad que presente la persona, así como también la influencia de factores como la red de apoyo que posea, si requiere medicación (siendo necesario un control psiquiátrico) y la disposición propia del individuo a trabajar por su mejoría.

Con todo ello, independientemente de su orientación y/o técnicas que utilice el psicoterapeuta, éste deberá ofrecer un espacio receptivo, empático y cálido en que el paciente se sienta escuchado y apoyado. Se entiende que dadas estas condiciones de trabajo, se sientan las bases para avanzar en el tratamiento y mejoría de cualquiera que pida la ayuda.

Aquí se ha expuesto muy brevemente lo que podemos entender por un trastorno de personalidad y las características básicas que presentan los distintos tipos, pero siempre teniendo en cuenta que tratamos con personas, que sufren por ello y desean una mejor calidad de vida. Trabajando en conjunto con el paciente se pueden obtener grandes y positivos resultados, que le lleven a mejorar su salud mental, desenvolvimiento en las actividades del día a día y su relación con los demás.